Debido a su potencialidad de abuso y adicción, muchos fármacos con receta han sido clasificados por la Agencia Antidroga de EE.UU., en la misma categoría que el opio o la cocaína. Entre ellos están Ritalín y Dexedrina (estimulantes), y los analgésicos OxyContin, Demerol (Dolantina) y Roxanol.
Muchas drogas callejeras e ilegales alguna vez fueron usadas o prescritas por médicos o psiquiatras, pero más tarde se prohibieron, cuando ya no se podía ignorar la evidencia sobre sus efectos nocivos. Ejemplos son heroína, cocaína, LSD, metanfetamina y éxtasis.
El abuso de fármacos con receta puede llegar a ser incluso más peligroso que el abuso de drogas fabricadas ilegalmente. La alta potencia de algunas de las drogas sintéticas (hechas por el hombre) disponibles como medicamentos de receta, crea un alto riesgo de sobredosis. Esto es particularmente cierto en el caso de OxyContin y otros analgésicos similares, donde las muertes por sobredosis se han elevado a más del doble en un período de cinco años.
Muchas personas no se dan cuenta de que la distribución o venta de fármacos con receta (excepto por un médico) es una forma de tráfico de drogas tan ilegal como vender heroína o cocaína, con costosas multas y cárcel. Cuando el tráfico de fármacos termina en muerte o lesiones corporales graves, los traficantes pueden enfrentarse a cadenas perpetuas en algunos países.