Frecuentemente uno escucha decir: “Sí, yo consumo drogas, ¡pero ese es mi problema!”. Pero el consumo de drogas siempre tiene víctimas inocentes, desde aquellos que se convierten en presa de los adictos, que buscan, a través de medios desesperados, cómo financiar su hábito de drogas, hasta aquellos que mueren en accidentes de tráfico causados por conductores bajo la influencia de las drogas.
Las víctimas más trágicas de la cocaína son los bebés nacidos de madres que consumen la droga durante el embarazo. Sólo en los Estados Unidos, decenas de miles de bebés nacen afectados por la cocaína cada año. Aquellos que no son adictos, usualmente sufren de una variedad de problemas físicos que pueden incluir nacimiento prematuro, bajo peso al nacer, crecimiento atrofiado, defectos de nacimiento y daños al cerebro y al sistema nervioso.
Los bebés que nacen con poco peso son veinte veces más propensos a morirse en el primer mes de vida que los bebés que nacen con peso normal, y se enfrentan a un mayor riesgo de incapacidades de por vida como el retardo mental y daño cerebral.
Aún se tiene que medir todo el impacto de esta tragedia humana sobre la sociedad.